lunes, 19 de septiembre de 2011

Sonaba.

Las notas habían olvidado lo que se sentía el ya no estar apresadas en los finos trazos de un antiguo disco de vinil.

Sin más por el momento los latidos divagaban antiguas verdades o quizás hechos inciertos. Pero nadie sabía ya; no. Ni el más ingenuo recuerdo de los juegos a obscuras de aquél verano pre-adolescente lo podía advertir.

El infalible refugio de los apasionados y jóvenes el cuarto oscuro siempre es. Respiraciones inciertas acerca de cómo se sentirá. Eso no se sabe.

Ella llamaba...al día de hoy su nombre todavía me vuelve loco. Amor de mi hermano; no, no. Amor mío.

Simplemente un pedacito idealizado de lujuria, pero el silencio ya no está. Ayer Córdoba me veía, hoy sus cerros ya no son. Ni significan, ni están.

Fuego, como lente, mira. Captura lo que quiere. Enseña lo que siente. Hoy amo, y ni sé ni me importa si ella ama devuelta.

De eso tampoco se trata. El silencio no.

Ya se fué, quedó solo una gota de mi piel y mi noche en tus sábanas. De los besos no dados; no más suerte ni casualidad. Solo nada. Llenos de esto y aquello. Son vos.

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